
PERIODISMO
EN BILBI
Eder Amayuelas es un joven que fue vecino del barrio del año 2011 hasta el 2013. Se mudó allí con dos amigos no sólo para tener un espacio para ellos, si no para intentar integrarse en el barrio y prestar su ayuda a las asociaciones allí presentes.
¿Cuál era tu imagen sobre el barrio de San Francisco antes de vivir en él?
Mala. Muy mala. Crecí en los barrios contiguos a San Francisco, así que para moverme por Bilbao, aunque evitaba entrar en el barrio, tenía que pasar cerca de San Francisco de algún modo u otro. Me inspiraba miedo porque mis conocidos hablaban mal de él, se oían malas noticias aquí y allá y al pasar por allí veías (de pasada) gente que encajaba en el "perfil" de esas historias.
¿Tuviste miedo a la hora de tomar la decisión de mudarte al barrio?
Por supuesto. Tenía otras motivaciones para mudarme a San Francisco, y gracias a Dios, a medida que fui creciendo, mediante testimonios de gente que vivía y trabaja allí, y alguna experiencia en el barrio, el miedo disminuía. Sin embargo, tuve miedo hasta las primeras semanas de vivir en San Francisco. Aún me avergüenza decir que el primer sábado que salí de fiesta, ya instalado en San Francisco, cogí un taxi para volver a casa por miedo de hacerlo andando.
¿Qué es lo que te llevó a ello?
Una iniciativa de trabajo por el barrio. Es complicado, pero ilusionante creo. Me explico: Durante años he formado parte de la fraternidad escolapia de Bilbao y he sido voluntario en la Fundación Itaka-Escolapios. Allí vas desarrollando inquietudes sociales que te impulsan a mejorar las cosas. Y cierto día dos compañeros que compartían este proceso conmigo me propusieron formar una comunidad en el barrio de San Francisco. Esto suponía alquilar un piso en el barrio, sí, per15o con algo más de fondo. Un casa donde compartir la vida con los compañeros de piso, un modelo de compartir económico diferente, una casa abierta a gente del barrio y de Itaka, con iniciativa, con el objeto de atraer gente y vida al barrio y sobre todo con un compromiso claro con San Francisco, no solo mezclándonos con la vida y las gentes de la zona, sino participando de los movimientos vecinales, la coordinadora de grupos, las actividades del barrio... En definitiva ilusionarse con la vida de barrio.
¿Cómo fueron las primeras semanas como inquilinos en el barrio? ¿Tuvisteis algún tipo de problema?
Las primeras semanas caes al barrio como un extraterrestre. San Francisco es un barrio donde todas las caras se conocen y una nueva (4 caras nuevas en nuestro caso) se nota. Además nosotros entramos muy de lleno a mezclarnos ya con asociaciones, con la fundación Aldauri, con la coordinadora de grupos... una vorágine de gente y trabajo. Éramos los novatos, y hasta la camarera del bar Urkiola lo sabía. Sin embargo, la gente de los comercios enseguida se mostro muy abierta. Hay mucha vida en los comercios y eso ayuda a integrarse en el barrio. La gente de San Francisco pasa mucho tiempo en la calle y cuando menos te lo esperas te sorprendes saludando y soltando alguna broma al grupo de jóvenes que suele estar sentados en frente de tu portal. ¿Problemas? Me veo obligado a decir que he tenido más problemas en Gran Vía, Casco Viejo o en mi actual barrio que en San Francisco. Quizás no sea yo un caso representativo, pero es así.
Uno de los temas más comentados al hablar sobre San Francisco es el de las prostitutas, de hecho muchos vecinos se quejaron y se siguen quejando de ellas. ¿En algún momento os quejasteis o pensasteis en hacerlo?¿Por qué?
En ningún momento nos quejamos de ello. Es quizás el colectivo más afectado del barrio, por situación, trato... También es el colectivo con el que menos trato tuvimos. La zona donde más presencia tiene este colectivo es en C/ Cortes. Sin embargo sí que fuimos y somos consciente de su situación y tampoco creo que sea de recibo quejarse de ellas. Es más hay mucha gente en el barrio que trabaja con y por ellas, por su situación, dignidad y reinserción, como el caso de Askabide.
¿Cambió el tema de la prostitución durante vuestra estancia en el barrio?
Siento decir que no. Me temo que nuestra estancia en el barrio no supuso gran cosa para ellas, salvo alguna participación puntual en alguna concentración reivindicando su situación.
¿Qué fue lo que más te sorprendió del barrio?
Para mí dos cosas. Primero el ambiente de barrio que se respira. Comprando el pan hablas con el panadero y cuando sales, conoces la cara del que está poyado en la pared y te saluda también. Los camareros son gente de confianza y los vecinos, no son solo los de tu edificio, son todos. Lo segundo y que más me sorprendió (y sorprende) es el increíble nivel de asociacionismo, algo que no he visto en otros barrios en los que he vivido. Hay una cantidad de gente que se mueve y trabaja por reivindicar sus barrios y solucionar sus problemáticas, aunque lamentablemente, esto no es algo que se muestre en la prensa a menudo. Más bien lo contrario.
¿Recomendarías vivir en él?
Sin duda. Se que es un barrio con una problemática particular (más bien es la problemática de todo Bilbao, pero más concentrada). Quizás desde las instituciones se tendría que mirar más por estos barrios y mejorar su convivencia, pero merece la pena aunque sea pasar tiempo en él para desmitificar sus estigmas.